Como es eso de »amor imperfecto pero que busca amarse» Sigue leyendo 👇🏼
“La felicidad trae consigo no ya la paz, sino una espada; te sacude como el jugador agita los dados al lanzarlos; te deja sin habla, te nubla la vista. La felicidad es más fuerte que uno mismo…» (G.K. Chesterton)
“Enamorarse sigue siendo algo radiante y misterioso aún cuando resulte poco convincente escuchar por milésima vez una canción o una máxima sorpresa del día de san Valentín”. (G.K. Chesterton)
¿Por qué el hablar de amor produce a veces un efecto contrario al que se pretende? Seguramente porque el amor es exclusivo de quien lo experimenta y no es traducible. El amor es mirada, emoción, celos, exigencias, contemplaciones, deseos, amargura y felicidad completa.
Hablar de amor es hablar de expectativas y entrega, de decepciones y perdón, de aprender a ver que esa persona a la que quieres es mucho más de lo que veías en ella en un primer momento, que la tienes que conocer mejor para amarla más.
Poco es lo que puedes darle aunque te des en cuerpo y alma. Ella merece más. El amor está siempre en período de crecimiento y el corazón puede agrandarse más y más.
Por eso es tan importante crecerse en los hijos, que son fruto de la carne y del espíritu y querrías que fueran perfectos como lo es tu amor por ellos.
Amar y abrirse al otro manteniendo la magia del misterio.
Aprender a querernos, aprender a querer, aprender a enseñar a amar.
El yo, tan arraigado y sobredimensionado puede pretender saberlo todo del otro y así mata la posibilidad del misterio. El otro, el tu, está cambiando en el día a día y es a través de la mirada que se captan los pequeños detalles que necesita. Mirar y mirarse. Así se capta qué necesita el amor para no agostarse, para seguir lozano y más crecido.
El amor necesita expresarse en el contacto y en la palabra y en los afectos. No aburre amar, pero puede aburrir la superficialidad, la costumbre sin sentido. No hay que eliminar los detalles porque no se “siente” nada, lo que se debe hacer es buscar la emoción y ponérsela con el lazo al regalo.
La vida es un camino hacia la plenitud de la felicidad que es el amor en el sentido más pleno.
Ese camino pasa por muchas fases, crisis de crecimiento, de las que se aprende mucho si uno no se sienta en una piedra de camino y dice las fatídicas palabras: “no puedo más”. ¡Claro que puedes! Todo es aprendizaje.
Un vericueto para crecer en el amor es enseñar a amar a los hijos, a los amigos, a todos. Enseñar caminos recorridos, experiencias de fracasos superados hasta el éxito conjunto.
El mundo necesita amor, y que alguien le enseñe a comprender, a perdonar, a aceptar a los demás en su alteridad, a ser fuerte en la dificultad, a sonreír y sobre todo a pensar. Estamos acostumbrándonos a que nos den las soluciones a todo a través de las páginas de Internet incluso un diagnóstico médico. No se buscan soluciones a través de la razón, se piensa poco y se huye del sacrificio que pueda comportar llevarlas a cabo. Pensar es laborioso.
En la familia, primer eslabón de la sociedad, los niños aprender qué es amar y ser amado. De hecho lo ven en sus padres, en sus manifestaciones de amor entre ellos y para ellos.
El amor es loco y ordenado, vive de imprevistos y sus fundamentos son inamovibles.
Ponme como sello sobre tu corazón, como sello sobre tu brazo, porque fuerte como la muerte es el amor y tenaz como llama divina es el fuego ardiente del amor. (Cantares8:7)
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