Cuando me preguntan si mi taza está medio llena o medio vacía, mi única respuesta es que estoy agradecido de tener una taza. -Sam Lefkowitz-
El poeta Octavio Paz al inicio de su discurso en Estocolmo cuando recibía el premio Nobel de Literatura en diciembre de 1990 dijo: “Comienzo con una palabra que todos los hombres, desde que el hombre es hombre, han proferido: gracias”.
En todas las culturas de todos los tiempos existe la palabra gracias.
Por las grandes cosas, por las pequeñas, por las insignificantes…Dar gracias es una manifestación de contento y a la vez genera contento.
Al nacer todo nos es dado, no merecemos pero agradecemos por el solo hecho de existir y recibir lo que necesitamos.. Una gran sonrisa de oreja a oreja es el mejor regalo que puede ofrecer un bebé y le es innato, es expresión de que está feliz.
Hacer felices a los demás lleva en si el gran regalo de estar a gusto consigo mismo.
No se nace agradecido y cuando se aprende todo se ilumina y se ve más y mejor. Damos gracias porque existe la luz y el Creador de la luz, existe el amor y todas sus manifestaciones desde un vaso de agua, alguien ha recogido lo que se te había caído inadvertidamente, o te han solucionado un pequeño problema informático o una avería en el cuarto de baño, o te han guardado los niños mientras haces unas compras…y así hasta el infinito…
En una sociedad, en una convivencia donde falta la gratitud todo decae, todo deviene difícil, molesto e insoportable. Una convivencia en la que no se cuiden los detalles de benevolencia degenera en irracional. Dar las gracias aunque sea por cortesía es dar un toque de elegancia, de “saber estar”, algo que eleva el ambiente por encima de lo burdo, de lo grosero de lo cutre.
Y detrás del dar las gracias está el ser agradecido que va más allá, porque entra en los vericuetos de una personalidad madura, camino de ser mejor persona.
Duele el alma cuando alguien te dice “para eso le pagan”. ¡No! Al que hace su trabajo, que es servicio, con buena cara, sonriéndote, dejándose las horas y la vida, merece nuestro agradecimiento porque nos regala su tiempo y su buen hacer.
Sentirse mirado, sentirse querido es un regalazo de la vida.
Dicen algunos expertos que dar las gracias es un antidepresivo eficaz que ayuda más a quien las da que a quien las recibe. Quien da las gracias está feliz porque ha recibido algo y entonces toda la vida se convierte en un regalo.
Quizá la vida nos depare sorpresas: de quién menos esperamos podemos más tarde recibir con creces como nos cuenta Esopo en una de sus fábulas, la del león y el ratón:
Un león estaba durmiendo en la falda de una montaña. Cerca de él, unos ratones de campo estaban jugando. Uno de los ratones, para demostrar su valentía saltó por encima del león, pero el león teniendo buenos reflejos llegó a cogerle.
El ratón viendo que su vida corría peligro le suplicó al león que por favor que tuviese piedad y no le hiciera daño, ya que lo que lo había hecho solo para jugar. Y que quizá algún día podía prestarle algún servicio en agradecimiento.
El león, sonriéndose ante la desfachatez del ratoncillo. viendo que ni era digno de ser devorado por ser como él, lo dejo marchar. Al poco tiempo después de este suceso, el león caminaba por el bosque, cuando cayó en una trampa, y viéndose atrapado en una red, comenzó a rugir con fuerza.
El ratón estaba cerca del lugar y vio como el león estaba atrapado. Recordando que el león le perdonó la vida, corrió en su ayuda y royendo la red liberó al león.
“El agradecimiento es la memoria del corazón” – Lao Tse-