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Educación sexual ¿Cómo hablar con los hijos? Parte 1

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Existen claves y miles de técnicas sobre la educación sexual y cómo hablar con los hijos y existen muchos padres que prefieren no hablar de estos temas con los hijos y esperar que alguien más, como el colegio, lo haga.

En esta primera parte sobre la educación sexual ¿Cómo hablar con los hijos?

Trataremos un poco sobre la importancia que conlleva este tema en el presente y en el futuro de los hijos.

Entendiendo la importancia que esto conlleva enseñar a los hijos sobre la educación ahora surge la duda ¿A qué edad hablar sobre este tema? El Concilio Vaticano II plantea la necesidad de »Una positiva y prudente educación sexual que llegue a los niños y adolescentes conforme avanza su edad» teniendo en cuenta el progreso de la psicología, pedagogía y la didáctica.

Es difícil pensar la educación sexual en una épica en que la sexualidad tiende a banalizarse y a empobrecerse. Solo podría entenderse en el marco de una educación para el amor, para la donación mutua. De esa manera, el lenguaje de la sexualidad no se ve tristemente empobrecido, sino iluminado.

La educación sexual brinda información, pero sin olvidar que los niños y los jóvenes no han alcanzado la madurez plena. La información debe llegar en el momento apropiado y de una manera adecuada a la etapa que viven.

No sirve saturarlos de datos sin el desarrollo de un sentido crítico ante una invasión de propuestas, ante la pornografía descontrolada y la sobrecarga de estímulos que pueden mutilar la sexualidad. Los jóvenes deben poder advertir que están bombardeados por mensajes que no buscan su bien y su maduración.

Hace falta ayudarles a reconocer y a buscar las influencias positivas, al mismo tiempo que toman distancia de todo lo que desfigura su capacidad de amar. Igualmente, como padres, debemos aceptar que la necesidad de un lenguaje nuevo y más adecuado se presenta especialmente en el tiempo de presentar a los niños y adolescentes el tema de la sexualidad.

Una educación sexual que cuide un sano pudor tiene un valor inmenso, aunque hoy algunos consideren que es una cuestión de otras épocas. Es una defensa natural de la persona que resguarda su interioridad y evita ser convertida en un puro objeto. Sin el pudor podemos reducir el afecto y la sexualidad a obsesiones que nos concentran solo en la genitalidad y desfiguran nuestra capacidad de amar.

Con frecuencia la educación sexual se concentra en la invitación a cuidarse, procurando un sexo seguro. Esta expresión transmite una actitud negativa hacia la finalidad procreativa natural de la sexualidad, como si un posible hijo fuera un enemigo del cual hay que protegerse.

Así se promueve la agresividad narcisista en lugar de la acogida. Es irresponsable toda invitación a los adolescentes a que jueguen con sus cuerpos y deseos, como si tuvieran la madurez, los valores el compromiso mutuo y los objetivos propios del matrimonio. De ese modo se les alienta alegremente a utilizar a otra persona como objeto de búsquedas compensatorias de carencias o de grandes límites.

Es importante más bien enseñarles un camino en torno a las diversas expresiones del amor, al cuidado mutuo, a la ternura respetuosa a la comunicación rica de sentido. Porque todo eso prepara un don de sí íntegro y generoso que se expresará, luego de un compromiso público, en la entrega de los cuerpos. La unión sexual en el matrimonio aparecerá así como signo de un compromiso totalizante, enriquecido por todo el camino previo.

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Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal. Amén.
Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen María.A ti Dios confió a su Hijo, en ti María depositó su confianza, contigo Cristo se forjó como hombre. Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida.Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal.
Amén.
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