- “Pero ¿qué pensaste de mí?”
- “Te amé Kathy.” (1)
El matrimonio es un proyecto con intención de futuro que comienza por amor.
Formar una familia no es empresa fácil, es una estupenda y maravillosa empresa dirigida por un hombre y una mujer que piensan y sienten diferente pero se aman y quieren amarse.
Cada uno con sus peculiaridades y un montón de responsabilidades que van desde poner lavadoras, distribuir encargos, educar a los hijos, elegir colegios, tramitar médicos, planear vacaciones…
Todo repartido entre dos.
Puede que uno tire a poeta y el otro a prosa de a pie tirando a rompedora. Mejor, más diversidad en la unidad. Hay que pactar siempre teniendo en cuenta las diferencias, admitiendo a lo que podrán llegar uno y otro para que en su plenitud todo salga lo mejor posible.
¡Fuerte! Un aniversario. Ella prepara una cena especial, niños acostados, mesa puesta con toda delicadeza, unas flores…en fin, de película…
Y llega él, agotado de un día intenso, con enormes ganas de estar en casa y ¡directo al sofá y apunta tele! “Cariño ¡hay partido!”
A su espalda se hace un silencio que se puede morder.
No describo la escena siguiente. Pero hay final feliz. O final abierto…
Cuadros como el descrito anteriormente pueden acabar en tragedia o en una buena carcajada. O en un montón de reproches: ”ya lo sabía, contigo no hay manera, nunca te acuerdas de nada, para qué te sirve la agenda…” los más suaves.
Este cúmulo de frases significa que hay un conocimiento exhaustivo del otro y eso es muy positivo. Sin embargo, en este caso no sirve para nada más que para un desahogo inútil. Tanta energía gastada para tan poco rendimiento.
El hombre y la mujer piensan distinto, sienten distinto y ahí está la clave del éxito de la unidad y la ayuda mutua en el matrimonio. Hay que partir de este hecho para hacer de dos uno.
El amor no vive de recuerdos, fotos enlatadas, ni de “ya me parecía a mí”…El amor nace, crece y se alimenta de más amor. Es un ser vivo.
Es muy fuerte, tiene una capacidad enorme de perdón, de comprensión, de heroísmo de afán de supervivencia. Se reinventa desde sus raíces.
A veces se olvida que el otro es un ser humano distinto y que su lógica no es la misma, ni sus prioridades, ni sus sentimientos El juego del amor requiere estrategia, no para ganar o humillar sino para vencer al propio yo por encima de la soberbia del ego.
Hablar, hablar más y perdonar y olvidar. Y recomenzar. Y a veces ceder, que más importante es la paz familiar. Nadie es humillado si no se siente humillado, porque conserva su propia dignidad aunque no la exteriorice.
Agudizar el sentido del humor. Reírse de uno mismo.
La tristeza nos aparta de nosotros mismos, nos aleja de la realidad, nos lleva a verlo todo negativo. Perdemos la visión objetiva y nuestra susceptibilidad hace que echemos la culpa a los demás de todo lo que no nos sale bien, cuando quizá lo que ha pasado es que no hemos reaccionado a tiempo y nos duele.
“Siempre que quieras alegrarte, piensa en los méritos de los que viven contigo, por ejemplo, la energía en el trabajo de uno, la discreción de otro, la liberalidad de un tercero y cualquier otra cualidad de otro”. (2)
- La señora Mike. Nancy Freedam
- Marco Aurelio.
